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La neumonía es una infección común de los pulmones que afecta en su mayoría a los sacos de aire microscópicos – los alvéolos. La función del sistema respiratorio es intercambiar oxígeno y dióxido de carbono entre el cuerpo y el medio ambiente. Este proceso ocurre en los alvéolos de los pulmones. El oxígeno inhalado pasa de los alveolos a la sangre de los capilares mientras el dióxido de carbono se traslada desde la sangre hasta los alvéolos para ser exhalado fuera del cuerpo. En las personas con neumonía, estos sacos de aire están llenos de líquido o pus, lo que dificulta el proceso de intercambio gaseoso, resultando en dificultad respiratoria y un reflejo de toser. Otros síntomas pueden incluir dolor de pecho, fiebre, escalofríos y confusión.
La neumonía no es una sola enfermedad. Un gran número de diversos organismos pueden causar neumonía. La neumonía bacteriana es la más común, siendo el Streptococcus pneumoniae el principal culpable. La neumonía viral es más común en los niños pequeños. Una variedad de virus están implicados, cada uno de ellos predominando en diferentes épocas del año.
La neumonía por lo general empieza como una infección del tracto respiratorio superior – un resfriado o gripe, que luego se disemina hacia los pulmones. Las vías más comunes de transmisión son a través de la inhalación de gotitas de aerosol contaminadas y por la aspiración de las bacterias orales hacia los pulmones.
El escenario en el cual se desarrolla la neumonía es una información importante en la medida en que ayuda a identificar la fuente del agente causante y por lo tanto el enfoque del tratamiento. Generalmente, la neumonía adquirida en la comunidad es menos peligrosa que la neumonía asociada al cuidado de la salud, nosocomial o asociada a ventilación mecánica. Esto es por qué una infección contraída por fuera de los centros de salud tiene menor probabilidad de involucrar bacterias multirresistentes. Los pacientes intrahospitalarios son también más propensos a tener otros problemas de salud y un sistema inmunológico debilitado y por lo tanto están en menor capacidad de combatir la enfermedad.
La neumonía se diagnostica a menudo sobre la base de exámenes físicos y una radiografía de tórax. La evaluación clínica para los niños se basa principalmente en una alta frecuencia respiratoria, tos, presencia de retracción de la pared torácica inferior, y el nivel de consciencia. Los adultos suelen ser examinados en busca de signos vitales y presencia de crepitaciones en el pecho – el sonido estrepitoso proveniente de un pulmón enfermo.
La neumonía bacteriana es tratada con antibióticos. La elección de los antibióticos depende de la edad, las condiciones de salud del paciente y de cómo fue adquirida la infección. La neumonía viral causada por virus de la gripe puede ser tratada con medicamentos antivirales. La hospitalización puede ser necesaria para los casos graves con dificultad respiratoria, especialmente en los niños pequeños, los ancianos, y aquellos con otros problemas de salud.